La Nueva Jerusalén

Lesson 19

La Nueva Jerusalén

Nuestro tema de hoy es: La Nueva Jerusalén. En nuestra última lección, aprendimos sobre La Cena de las Bodas del Cordero, la Segunda Venida de Jesús, la Batalla de Armagedón, la Derrota del Anticristo, la Oposición de Satanás y el Abismo sin Fondo, el Nuevo Cielo y la Nueva Tierra, el Reinado de los 1000 años de Jesús y el Gran Trono Blanco del Juicio.

En la lección de hoy, aprenderemos acerca de la Nueva Jerusalén. Juan vio la Nueva Jerusalén en Apocalipsis 21:2:

Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido”. Apocalipsis 21:2.

Inmediatamente, se nos dice que la Nueva Jerusalén es la Novia. Sabemos que la iglesia es la Novia de Cristo. Hebreos 12:22-23 lo confirma:

“Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos”. Hebreos 12:22-23. 

Ahí está, en términos claros; la Jerusalén celestial es la iglesia.

Esto nos dice que hay dos Jerusalén. La Jerusalén física es la tierra de Israel y la Jerusalén espiritual es la iglesia.

Otra Escritura que confirma que la iglesia es la Novia de Cristo se encuentra en 2 Corintios 11:2:

Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo”. 2 Corintios 11:2. 

Desde el principio, el propósito de Dios detrás de la creación de la humanidad fue crear una Novia para Sí mismo, que pudiera vivir con Él para siempre. Al llegar al final de las Sagradas Escrituras en el libro de la Apocalipsis, Dios dedica todo el capítulo 21 a describir Su principal precio o logro: la Iglesia.

A lo largo del libro de Apocalipsis, Dios nos revela cosas que quiere que sepamos en símbolos.

Esta profecía acerca de su Novia no es diferente. En Apocalipsis 21, Dios hace todo lo posible para describir a Su Novia, la iglesia, con muchos detalles. En los versículos 3 y 4, Él llama a la iglesia: El Tabernáculo de Dios:

Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”. Apocalisis 21:3-4.

En este pasaje, se nos dice cómo serán las cosas para aquellos que han sido arrebatados y forman el Tabernáculo de Dios.

No habrá más muerte, ni dolor, ni pena, ni llanto.

El Tabernáculo de Dios es donde mora Dios. En 1 Corintios 6:19, el apóstol Pablo explica que nuestros cuerpos son el templo de Dios:

¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?”. 1 Corintios 6:19. 

Se nos dice que Dios no habita en templos hechos con manos. En el gran sermón predicado por el primer mártir Esteban, poco antes de ser apedreado, dijo: “si bien el Altísimo no habita en templos hechos de mano, como dice el profeta”. (Hechos 7:48).

Esto es muy importante de entender ya que los humanos tienen la tendencia a exaltar los templos, iglesias, edificios y lugares sagrados.

Llegamos al pronunciamiento: “Hecho está”. Mientras Juan recibía su visión, vio a Uno sentado en el trono:

Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas. Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida”. Apocalipsis 21:5-6. 

El que estaba sentado en el trono dijo: “Yo soy el Alfa y el Omega, el principio y el fin”.

Sabemos que este es Jesús hablando porque en Apocalipsis 1:8, Él dijo que Él era el Alfa y el Omega, el principio y el fin (Apocalipsis 1:8).

Luego en Apocalipsis 21:6, Jesús dijo: “Hecho está”. Él está diciendo que Su propósito desde el principio de la creación se cumplió, y ahora Él tiene Su Novia; ahora está redimida y Su boda con Su Novio está consumado.

Justo antes de que Jesús procediera a dar una descripción más completa de Su Novia, hizo una pausa para animar a todos a ser parte de Su Novia y advierte a aquellos que optarían por seguir el camino de la condenación. Esto está registrado en Apocalipsis 21:7-8:

El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”. Apocalipsis 21:7-8. 

Ahora, el Señor dijo: “El que venciere“. ¿Cómo podemos vencer? ¿Cómo llegamos a ser vencedores para que podamos heredar todas las cosas y ser incluidos en el Reino de Dios?

Apocalipsis 12:11 nos dice:

Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte”. Apocalipsis 12:11.

La Sangre del Cordero es el arma defensiva del cristiano. No hay nada que Satanás pueda infligir sobre nosotros que la Sangre de Jesucristo no pueda erradicar. La Palabra de nuestro testimonio es nuestra arma ofensiva. Después de ser salvos, podemos llevar a otros a Cristo testificándoles acerca de cómo Jesús nos salvó.

Jesús advirtió sobre quién no sería parte de Su Reino. Las primeras dos condiciones enumeradas fueron los temerosos y los incrédulos.

Una vez que ponemos nuestra fe en Jesucristo y Su salvación, no tenemos razón para temer.

Su Palabra nos dice que no hemos recibido un espíritu de cobardía sino de poder y de amor y de dominio propio. Eso se encuentra en 2 Timoteo 1:7.

Entonces Jesús dijo específicamente que todos los mentirosos tendrían su parte en el lago de fuego. La razón por la cual los mentirosos son tan severamente condenados es que la salvación depende de creer en la Verdad.

El apóstol Pablo dijo en 2 Tesalonicenses 2:10: “por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos“. Llegamos ahora al propósito central de Apocalipsis 21:9-10:

Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios”. Apocalipsis 21:9-10. 

Cuando Jesús prometió mostrarle a Juan la Novia, la esposa del Cordero, le mostró la Santa Jerusalén. Aquí tenemos la prueba absoluta de que la Esposa es la Santa Jerusalén. Sabemos que la Santa Jerusalén y la Nueva Jerusalén son lo mismo ya que la Novia se llama la Nueva Jerusalén en el versículo 2.

Para el resto de Apocalipsis 21, Dios describe la Nueva Jerusalén. Recuerden, la Nueva Jerusalén es la iglesia; por lo tanto, entendemos que las descripciones sobre la Nueva Jerusalén son descripciones sobre la iglesia. Todas estas cosas se nos revelan en símbolos:

“Teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal. Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles, y nombres inscritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel”. Apocalipsis 21:11-12.

Es interesante notar que los nombres de las 12 tribus de Israel están inscritos en las 12 puertas de la Nueva Jerusalén. Recuerden, la Nueva Jerusalén es la iglesia. Mucha gente se ha preguntado si los santos del Antiguo Testamento serán incluidos en la iglesia y por ende en el rapto. Dado que los nombres de las 12 tribus de Israel están incluidos en la Nueva Jerusalén, es obvio que los santos del Antiguo Testamento serán parte de la iglesia. Prueba adicional de esto se encuentra en              Lucas 13:28:

Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos”. Lucas 13:28. 

Jesús dice específicamente en este pasaje que Abraham, Isaac y Jacob, así como todos los profetas estarán en el Reino de Dios. Lo siguiente que se nos dice acerca de la Nueva Jerusalén en Apocalipsis 21:14 es que tiene 12 cimientos.

Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero”. Apocalipsis 21:14. 

Aquí se nos dice que en estos 12 cimientos están inscritos los nombres de los 12 apóstoles del Cordero. Entonces, vemos que los nombres de las 12 tribus de Israel están en las puertas de la Nueva Jerusalén y los nombres de los 12 apóstoles están en los 12 cimientos de la Nueva Jerusalén.

El apóstol Pablo se refirió a esto en Efesios 2:20, cuando dijo acerca de la iglesia: “..edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo”.

Es vital que nos demos cuenta de que Jesucristo es la principal piedra del ángulo. Cuando se coloca una piedra angular en la construcción de un edificio, todo debe alinearse perfectamente con esa piedra angular. Esto indica que todo en la Nueva Jerusalén estará en perfecta alineación con Jesucristo. Se nos dice en Efesios 4:13, que debemos “crecer hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”.

En Apocalipsis 21:15-16, se nos dan las medidas de la Nueva Jerusalén:

El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro. La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales”. Apocalipsis 21:15-16. 

Ya que tenemos evidencia de que la Nueva Jerusalén no es una ciudad física, es obvio que estas medidas descritas en la ciudad son símbolos. Es posible que no podamos explicar completamente todos los números que se dan aquí. Pero hay algunas cosas interesantes que debemos observar. El de la caña de medir midió la longitud de la ciudad en doce mil estadios. También dijo que el ancho y la altura de la ciudad serían iguales. Como se nos dice que la ciudad tenía 12 cimientos, y como la ciudad mide 12 000 estadios, es interesante que 12 por 12 000 es igual a 144 000. Tenemos que preguntarnos si esto podría estar relacionado con los 144.000 judíos que fueron sellados en Apocalipsis 7:4.

En Apocalipsis 21:17, vemos el número 144:

Y midió su muro, ciento cuarenta y cuatro codos, de medida de hombre, la cual es de ángel”. Apocalipsis 21:17. 

La persona que estaba con Juan midió el muro de la Nueva Jerusalén en 144 codos.

En Apocalipsis 21:18, Juan comienza a describir los diferentes materiales que componen la Nueva Jerusalén:

El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio”. Apocalipsis 21:18.

Recordemos, todas estas cosas que describen la Nueva Jerusalén son simbólicas. El oro tiene una característica especial, que no se empaña. Todos los que componen la Nueva Jerusalén habrán sido purificados. Jesús dijo en Apocalipsis 3:18:

Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas”. Apocalipsis 3:18. 

Apocalipsis 21:19-20 describe la belleza del Ministerio Apostólico a los ojos de Dios:

“Y los cimientos del muro de la ciudad estaban adornados con toda piedra preciosa. El primer cimiento era jaspe; el segundo, zafiro; el tercero, ágata; el cuarto, esmeralda; el quinto, ónice; el sexto, cornalina; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisopraso; el undécimo, jacinto; el duodécimo, amatista”. Apocalipsis 21:19-20.

Aprendimos anteriormente que los nombres de los 12 apóstoles fueron grabados en los 12 cimientos de la Nueva Jerusalén. Ahora, se nos dice que los 12 cimientos están adornados con toda clase de piedras preciosas.

En Éxodo 28:15-21, cuando Dios le dio a Moisés el diseño de las vestiduras que debían usar los sacerdotes, les ordenó que hicieran una coraza de justicia para cada sacerdote.

La coraza debía contener 12 piedras. Estas piedras parecían ser las mismas que las descritas en los 12 cimientos de la Nueva Jerusalén. Estas piedras eran hermosas y enfatizaban la importancia del llamado de Dios al Ministerio.

En Romanos 10:15, Pablo dijo: “..¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas”!

Cuando se describe la santidad del Ministerio en Hebreos 5:4, se nos dice: “..Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón”.

Incluso hoy, ningún individuo puede simplemente elegir ser un ministro. Esta vocación sólo está disponible para aquellos que son llamados por Dios mismo.

La Escritura nos dice que no habrá templo en la Nueva Jerusalén. Apocalipsis 21:21-22 describe aún más la Nueva Jerusalén:

Las doce puertas eran doce perlas; cada una de las puertas era una perla. Y la calle de la ciudad era de oro puro, transparente como vidrio. Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero”. Apocalipsis 21:21-22. 

Para representar la gloria de la iglesia, se representa con calles de oro puro, como si fueran vidrio transparente. Cada puerta es representada como una perla sólida. Entonces, se nos dice que no habrá sol ni luna en la ciudad.

Apocalipsis 21:23-34, nos brinda información adicional sobre otro aspecto de la Nueva Jerusalén:

La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella”. Apocalipsis 21:23-24. 

Aquí nos dicen que Jesús es la luz de la Nueva Jerusalén. En Su Ministerio mientras estuvo en la tierra, Jesús proclamó: “Yo soy la luz del mundo” (Juan 8:12).

Entonces, no debe sorprendernos que el Cordero sea la luz de la Nueva Jerusalén.

El versículo 24 declara que las naciones que sean salvas caminarán a la luz de la Nueva Jerusalén. Apocalipsis 5:9-10 nos dice que: “..y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra durante el Milenio”.

Esto indica que la iglesia proveerá luz al enseñar los principios del Reino de Dios a los mortales, a quienes se les permitirá vivir sobre la tierra durante el Milenio.

La razón por la que habrá paz en la tierra durante los 1000 años es que: Los principios que Jesús nos enseñó serán los principios por los cuales se regirá todo el mundo. ¿Quiénes son, pues, las naciones salvas y a las que se les enseñará a andar en la luz?

Esto se refiere a daniel 7:12 donde dice que al resto de las naciones (allí las representa como bestias) se les quitará el dominio pero vivirán durante el Milenio por una temporada y un tiempo.

Las naciones que serán escogidas para continuar en el Milenio serán decididas por Dios mismo. Las puertas de la Nueva Jerusalén nunca se cerrarán. En Apocalipsis 21:25-26, Juan continúa describiendo el aspecto de la Ciudad Santa:

Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche. Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella”. Apocalipsis 21:25-26. 

Debemos recordar que todas estas cosas son descripciones de la iglesia inmortal de Dios. Cuando dice que sus puertas no se cerrarán…; ¡Recuerden que las puertas son simbólicas!

Esto significa que no se cerrará el acceso a la iglesia inmortal. Cuando nos dicen que las naciones traerán su gloria y honor a la Nueva Jerusalén, esto parece predecir que la gente del mundo traerá ofrendas al Señor en Jerusalén. Esto se menciona en Zacarías 14:16:

Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos”. Zacarías 14:16. 

Dice aquí que las naciones que vinieron contra Jerusalén durante la batalla de Armagedón, aquellas que sobrevivieron, subirán a adorar al Rey Jesucristo de año en año.

Es difícil pronosticar exactamente cómo se promulgará todo esto durante el Milenio. ¿Seguirán existiendo aviones y otras formas de transporte? No lo podemos decir con certeza; pero esto sabemos: todo será maravilloso. Juan continúa su descripción de la Nueva Jerusalén en Apocalipsis 21:27:

No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero”. Apocalipsis 21:27. 

Reitera lo dicho anteriormente en Apocalipsis 21:8 acerca de aquellos a los que no se les permitirá el acceso a la Ciudad Santa. Lo más importante es que nos dice a quién se le permitirá entrar en la Nueva Jerusalén. Él dice, sólo aquellos cuyos nombres están escritos en el Libro de la Vida del Cordero. Esto nos enseña la absoluta esencialidad de tener nuestros nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero. ¿Cómo ponemos nuestros nombres en el Libro de la Vida del Cordero? Solamente participando de la salvación comprada por el Cordero, Jesucristo.

Jesús mismo nombró Su plan de salvación el Nacer de Nuevo. Le dijo a Nicodemo en Juan 3:3: “..de cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”.

El apóstol Pedro definió más claramente lo que significa nacer de nuevo en Hechos 2:38: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”.

Lo más importante en la vida de cada persona, para prepararse para entrar a la Nueva Jerusalén, es ser bíblicamente Nacida de Nuevo.

Veamos ahora el agua viva en la Nueva Jerusalén. Juan continúa describiendo la Nueva Jerusalén en Apocalipsis 22:1:

Después me mostró un río limpio de agua de vida,resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero”. Apocalipsis 22:1. 

Cuando Jesús se encontró con la mujer junto al pozo en Juan 4:10, le pidió agua para beber. Ella lo cuestionó, se quedó muy sorprendida, ya que él era judío y ella samaritana. Él le respondió en Juan 4:10:

Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva”. Juan 4:10. 

Jesús explicó más acerca del agua viva en Juan 4:13-14:

Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”. Juan 4:13-14.

Jesús también habló del agua viva en el último día de la fiesta de los Tabernáculos en               Juan 7:37-39:

En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado. Juan 7:37-39. 

Jesús declaró explícitamente aquí, que el agua viva era Su Espíritu, el don del Espíritu Santo. Como dice el versículo 39, en el momento en que Él habló de esa “agua viva”, aún no estaba disponible porque solo lo podía ser después de que Él fuera glorificado.

Apocalipsis 22:2 continúa describiendo el Árbol de la Vida que creció junto al río del Jardín del Edén cuando Adán y Eva fueron creados. Una vez que desobedecieron a Dios, al comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, se les prohibió comer del Árbol de la Vida para que no vivieran para siempre.

A los salvos que morarán en la Nueva Jerusalén, se les dará acceso abierto al agua de vida y al Árbol de la Vida. El Árbol de la Vida se describe en Apocalipsis 22:2:

En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones”. Apocalipsis 22:2.

Noten, las hojas del Árbol de la Vida eran para la sanidad de las naciones. Esto simplemente nos recuerda nuevamente que no habrá enfermedad, dolor ni muerte en la Nueva Jerusalén. Apocalipsis 22:3-4, nos da más información sobre las maravillas de la Nueva Jerusalén:

Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes”. Apocalipsis 22:3-4. 

Cuando este pasaje nos dice que no habrá más maldición, es porque Jesús llevó la maldición por nosotros. Como dice Gálatas 3:13: “..Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)”.

El pasaje también nos dice que seremos siervos del Cordero y le serviremos. Tendremos acceso a Su presencia continuamente.

1 Tesalonicenses 4:17, nos dice: “..y así estaremos siempre con el Señor”.

El versículo 4 de Apocalipsis 22 continúa diciendo que veremos Su rostro y Su nombre estará en nuestras frentes. El nombre de Jesús se coloca en nuestras frentes cuando somos bautizados en Su nombre.

Juan concluye Su registro de la visión de la Nueva Jerusalén en Apocalipsis 22:5:

No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos”. Apocalipsis 22:5. 

Imagínense, sin necesidad de sol, ni de electricidad, ni de luz artificial. Porque moraremos en Su presencia y Él es la luz.

Finalmente, se nos recuerda nuevamente que reinaremos con Jesucristo por los siglos de los siglos.

En nuestra próxima lección, escucharemos las palabras del mismo Jesús al concluir esta asombrosa visión dada a Juan. También haremos un repaso de todo lo que hemos aprendido desde Apocalipsis 1 hasta Apocalipsis 22.